12 de enero de 2013

 Me gusta mirarla cuando todavía está dormida. A ella no le importa. Le cuesta mucho despertarse y prefiere que la mire, con la única condición que sea sin molestar, en silencio. Mirarla, y sin saber el motivo, me trae sensaciones y aromas de pastel de fresa... Y luego, se lo cuento.

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